Dicen que todas las crisis llevan aparejadas ciertos aspectos positivos. La actual, que sufrimos desde hace un lustro, está provocando un cambio radical en la mentalidad emprendedora de los ciudadanos de nuestro país. Desarrollar ideas de negocio, hacerse autónomo o crear start-ups está de moda. Sin embargo, todo boom acarrea consecuencias no deseadas en el futuro, ¿se convertirá el emprendimiento en una burbuja semejante a la inmobiliaria de hace unos años?.
En España, el emprendimiento está en todas partes. Basta escuchar a las administraciones públicas con sus planes e incentivos, ver programas de televisión sobre ideas de negocio en horarios prime-time o leer alguna de las muchas publicaciones sobre emprendedores que proliferan en las librerías.
Es evidente que la ola emprendedora es muy positiva, sobre todo, si la tendencia se consolida y se mantiene una vez finalizada la actual crisis económica. No obstante, las encuestas no son unánimes al respecto. Es cierto que, según el Global Enterpreneurship Monitor (GEM), la intención de emprender ha aumentado considerablemente durante los últimos años. Sin embargo y según el Instituto Nacional de Estadística, la creación de empresas no ha hecho más que bajar en los últimos tiempos, salvo en 2011.
Los gobiernos central y autonómicos, conocedores de esas cifras, tratan de impulsar el autoempleo entre la población y prometen un sinfín de ayudas para los que se lanzan a la aventura. Durante el primer semestre de este año, más de 123.000 personas sin empleo capitalizaron su prestación para montar sus propias empresas, la mayoría de ellas se hicieron autónomas. En 2012, más del 75 por ciento de los negocios que se crearon nacieron sin asalariados y en torno al 20 por ciento tenían entre uno y cinco empleados.
Todos hemos oído alguna vez que son las pymes las que tiran del carro de la economía. Es cierto y, además, parece que serán las pequeñas organizaciones las artífices, en buena medida, de la salida de la crisis y del relanzamiento del país. Por ello y por las escandalosas cifras de desempleo, la administración “mete por los ojos” la opción del autoempleo y el emprendimiento. El riesgo es que la población perciba esa salida como ideal y exenta de dificultades.
Emprender es una tarea difícil, ardua, llena de complicaciones y de retos. Habrá ideas de negocio que prosperen y triunfen, pero otras no. No se trata de un juego y conviene tenerlo muy claro antes de arriesgar nuestro dinero, o el que nos prestan. Además, el mayor contratiempo no es el primer crédito. En muchos casos, las empresas precisan líneas abiertas y préstamos continuados, hasta que el proyecto empieza a generar ingresos. El mantenimiento de la financiación siempre es una tarea complicada.
Una de las estrellas del boom del emprendimiento es el e-commerce. Es cierto que es sencillo montar una tienda online, pero eso no garantiza obtener ingresos. Para tener éxito se necesita constancia, mucho trabajo e inversión. En España, a diferencia de otros países, existe gran dependencia de la financiación bancaria. En otras naciones, por el contrario, la figura del business angel o los inversores privados están mucho más desarrollados. Este punto sería interesante que mejorara de cara al futuro.
Por los incentivos o por la propia coyuntura económica, lo cierto es que el emprendimiento parece iniciar un ascenso considerable y eso es una excelente noticia. Sin embargo, es inevitable que muchos se queden por el camino, porque no todos estamos preparados para el autoempleo y porque la explosión de la burbuja de los emprendedores se producirá tarde o temprano, arrastrando a los proyectos menos viables y más improvisados.
Imagen: Flickr- JR Ferrer París